Ibiza, su historia cultura y monumentos

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A lo largo de su historia, Ibiza siempre ha interactuado con otras culturas. Púnicos y fenicios, romanos, árabes… Todos se rindieron a su luz brillante, a la pureza de su cielo y a la transparencia de sus aguas. Asentados los cristianos tras la reconquista, la isla fue rodeada de torres defensivas de piedra desde las que otear el horizonte en busca de goletas de piratas berberiscos, que desembarcaban y se adentraban en los campos en busca de mujeres y alimentos. Los ibicencos, alertados por los vigías, abandonaban entonces sus casas de campo, impecablemente encaladas, y corrían a refugiarse al interior de las murallas de la ciudad o a las iglesias fortificadas de los pueblos.

La fusión de culturas y esa necesidad defensiva han legado a Ibiza un patrimonio arquitectónico de líneas puras, rústicas y contundentes que ha atrapado a artistas de todo el mundo. El espíritu épico que la isla transmite a todo aquel que vive en ella, la intensa luz que satura el paisaje y empuja al artista a crear y la sensación de paz que se respira en sus campos, hacen de ella un lugar paradisíaco donde cada muro de piedra seca y cada olivo milenario parece esconder una historia.

Los montes sagrados de Santa Eulària y Sant Miquel, con sus iglesias fortaleza, los templos de Sant Josep, Sant Jordi o Sant Antoni, el poblado de Sant Llorenç de Balàfia, las miles de casas payesas diseminadas por valles y llanos, los pozos y albercas de origen árabe. El legado de los antiguos es generoso y espectacular, y sigue siendo escenario de fiestas y celebraciones. Por ello, el esfuerzo que se desarrolla para restaurarlo y conservarlo, desde la máxima institución ibicenca, es grande y constante.

La isla, además, proporciona distintas alternativas didácticas que explican de forma práctica la evolución de la isla y el origen de su autenticidad. Los museos Arqueológico (Dalt Vila) y Etnológico (Santa Eulària) contribuyen a ello de forma significativa.

Los aficionados a la arqueología también disfrutan de su paraíso particular en los yacimientos cartagineses, romanos y árabes dispersos por Ibiza, como el santuario de es Culleram, en Sant Vicent, dedicado a la diosa púnica Tanit, la necrópolis de Puig des Molins o el poblado fenicio de sa Caleta.

Ibiza ofrece una amplia riqueza cultural como consecuencia de las numerosas ocupaciones que ha sufrido la isla a lo largo de su historia y este testimonio queda patente en los monumentos que se pueden visitar desde la época púnica hasta la actualidad.

Monumentos

El monumento más importante de Ibiza son las murallas renacentistas de Dalt Vila en la ciudad de Eivissa, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999.

Además existe un importante patrimonio histórico y cultural diseminado por el territorio como son los montes sagrados de Santa Eulària y Sant Miquel; las iglesias-fortaleza repartidas por todos los municipios, las singulares torres de defensa o los pozos y albercas de origen árabe, declarados Bien de Interés Cultural.

Asentados los cristianos tras la reconquista, la isla fue rodeada de torres defensivas de piedra desde las que otear el horizonte en busca de goletas de piratas berberiscos, que desembarcaban y se adentraban en los campos en busca de mujeres y alimentos. Los ibicencos, alertados por los vigías, abandonaban entonces sus casas de campo, impecablemente encaladas, y corrían a refugiarse en las murallas de la ciudad o en las iglesias fortificadas de los pueblos.

A salvo ya de invasiones, el ibicenco sigue protegiendo con esmero esta herencia histórica. Los montes de Santa Eulària y Sant Miquel, con sus iglesias fortaleza, los templos de Sant Josep, Sant Jordi o Sant Antoni, el poblado de Sant Llorenç de Balafia, los pozos y albercas de origen árabe diseminados por valles y llanos. El legado de los antiguos es generoso y espectacular y, junto con los museos (arqueológico y etnológico), ofrece un repertorio de posibilidades para disfrutar y entender isla.

Poblado Fenicio en Ibiza

La urbanística del asentamiento de Sa Caleta obedece a un sistema basado en la yuxtaposición de estancias sin ningún tipo de orden en cuanto a la orientación entre ellas, ni en relación a los puntos cardinales. Es como si el espacio hubiera sido repartido entre los colonizadores, que fueron construyendo diferentes ámbitos separados unos de otros por unos pocos metros; formando unidades independientes desde un punto de vista arquitectónico,

En una segunda fase, que tendría lugar pocos años después, se observa una frecuente transformación de los ámbitos construidos ampliándolos generalmente con una ò dos habitaciones, aunque en algún caso se llegaron a crear hasta siete, con la compartimentación de las preexistentes. Al menos en algunas áreas que ha sido posible estudiar a fondo, se llegó a saturar el espacio dando lugar a una urbanística arcaizante e improvisada.

Las unidades arquitectónicas están separadas por espacios, en ocasiones muy reducidos, comprendidos entre las diferentes construcciones y han de ser considerados como placetas, con plantas poligonales y arbitrarias. Entre las diferentes unidades existen callejones estrechos y cortos

Inicialmente la mayoría de las estructuras debían ser mono ò , menos frecuentemente , bicelulares. Hay algún caso, aunque raro, en el que se han documentado unidades constructivas con tres ámbitos proyectados al mismo tiempo. Adoptan siempre una forma rectangular, más o menos alargada, y a veces trapezoidal. Sus dimensiones varían, aunque existen dependencias de considerables proporciones como es el caso de una que tiene muros de 10 m de largo por 3,60 m de ancho; con un espacio interior útil de 29,5 m2. Otras, que corresponden a pequeños almacenes, solo alcanzan 2,9 m2 de espacio interior. Estos son los casos extremos, pero hay toda una gama de medidas intermedias.

En la actualidad, el asentamiento de Sa Caleta ofrece uno de los más sugestivos esquemas en cuanto a la tipología de las casas fenicio-occidentales arcaicas que por ahora se conocen. Se trata de un sistema de yuxtaposición de elementos, según las necesidades, y sin atender a una planta prefijada.

La mayoria de las puertas de entrada a las dependencias tienen zócalos de mampostería, y en algunos casos se ha podido constatar la existencia de entalladuras para las hojas de las puertas de madera.

Normalmente, el substrato rocoso de caliza es el suelo habitual de la estancias que a veces presenta una especie de tierra batida arcillosa. Los muros son de mampostería de piedra caliza irregular del lugar, con una mezcla de tierra roja de limos y arcilla. Los techos tendrían sistemas de vigas y otros elementos vegetales acabados con una capa de arcilla relativamente gorda.

En algunos puntos comunales del poblado, se ha documentado la existencia de grandes hornos, tal vez para la cocción del pan. Tienen una plataforma circular de piedra sobre la que se encuentra la cámara de combustión cubierta por un cúpula de barro. Uno de ellos es visible el barrio sur.

Los materiales hallados en Sa Caleta responden al repertorio típico de los establecimientos fenicios occidentales. Aparece la cerámica a torno, a menudo con engalba roja, otras veces sin tratamiento específico. Las formas son variadas, especialmente ánforas, jarras y jarros, platos, lucernas y otros. Junto con ella, la cerámica hecha a mano que frecuentemente responde a formas características del bronce final del sudeste ibérico, proveía el asentamiento de Sa Caleta de utensilios para cocinar.

Se localizaron también otros elementos como anzuelos de bronce, prueba de las actividades pesqueras que desarrollaban, piezas de telar, testimonios de la elaboración de tejidos y otros. Además, se encontraron numerosos molinos de piedra arenisca, que debieron utilizarse para convertir el grano en harina, y tal vez también para moler otros productos.

Es sin duda la metalurgia, la que ocupa el lugar más relevante dentro de las actividades económicas de los fenicios de Sa Caleta. Restos de mineral de galena argentífera han sido hallados en casi todas las unidades excavadas del asentamiento, de norte a sur y de este a oeste de la península que ocupa. Esta galena normalmente era fundida en el propio poblado para obtener plomo, pero también hay indicios de su transformación para la extracción de plata. También se ha constatado la metalurgia del hierro, que era tratado en hornos especialmente construidos y que funcionaban con combustible vegetal ventilados por tubos que insuflaban aire.

El mineral, sobretodo la galena, es probable que fuera obtenido por los mismos fenicios en los centros del bronce final / hierro antiguo del levante peninsular y de las costas catalanas, donde lo intercambiaban por productos como vino, aceite y otros elementos económicos.

Otro factor económico importante fue, con toda evidencia, la explotación de la sal; teniendo en cuenta que Sa Caleta está separada de las importantes salinas naturales de Ibiza tan solo por unos pocos cientos de metros. Incluso, la inexistencia de otros asentamientos fenicios en el resto de la isla de Ibiza puede encontrar una explicación convincente en este factor.

Sobre la península de Sa Caleta, fenicios procedentes con toda seguridad de la costa ibérica –donde se habían instalado unas décadas antes- se instalaron de forma progresiva; seguramente desde finales del siglo VIII hasta convertir todo el espacio aprovechable en un gran núcleo urbano a lo largo del siglo VII a.n.e., siendo pues, el núcleo más septentrional del Mediterráneo occidental.

Hacia los años 600-590 a.n.e., sa Caleta fue abandonada de forma total y definitiva. Seguramente se instalaron en la bahía de Ibiza, en el Puig de Vila, donde fundaron la ciudad de Ibiza; un lugar que a la larga, respondía mejor a las expectativas de organización y crecimiento que los fenicios habían visto en esta isla.

Por todo ello, la declaración como Patrimonio de la Humanidad de Sa Caleta hace justicia a su carácter predecesor de la ciudad; y es aquí donde es posible evocar tanto el significado histórico, como su enorme impacto cultural, y el contacto directo con las formas de vida de su tiempo.

Con el establecimiento de sa Caleta, las Pitiusas entran en la historia y en la “modernidad”. Los fenicios trajeron a las islas conceptos nuevos y desconocidos: la urbanística, la cerámica a torno, la metalurgia del hierro y la escritura, entre otros.

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